“La escuela, ámbito de cohesión basado en reglas y normas de cierto disciplinamiento, ve amenazada sus mecanismos de control y organización, ante la construcción de redes basadas en estas tecnologías. Las comunicaciones se sitúan por fuera de las interacciones habituales de la escuela. Se generan, de este modo, supuestos, prejuicios y reglas represivas que intentan reducir al máximo el uso de estos dispositivos por parte de los estudiantes”, expresan los investigadores argentinos Claudio Asaad y Carlos Pascual en Las redes escondidas: visibilidad y control en el uso del celular en la escuela.*
Este estudio, que forma parte de una investigación sobre cómo los adolescentes de entre 11 y 17 años utilizan los nuevos medios electrónicos y digitales, señala que los chicos encontraron, desde hace tiempo, una manera de vincularse y de conformar redes que excede el ámbito social y/o grupal y que les da la posibilidad de estar disponibles y conectados todo el tiempo con sus amigos y compañeros, aún cuando en las escuelas los directivos y profesores no se lo permitan. “El teléfono móvil tiene una versatilidad en su uso que permite eludir las estrategias de control más refinadas y complejas”, afirma.
Es que las nuevas formas de comunicación que los celulares posibilitan se parecen mucho a las interacciones personales cara a cara, aunque poseen características propias en cuanto al uso del lenguaje, a los contenidos y las formas en que se desarrollan algunos aspectos emocionales.
Citando al sociólogo catalán Manuel Castells, los autores dicen que para los jóvenes el uso del teléfono móvil es un importante elemento que le ayuda a construir y reafirmar su lugar en la sociedad y la cultura.
Señalan luego que en la actualidad los celulares forman parte del paisaje escolar: “de hecho tanto a directivos como a los profesores se les hace difícil imaginar a los chicos sin sus celulares, o por lo menos sin los ring tones sonando o el semi mutado sonido del vibrador irrumpiendo en algún momento de la clase, en los recreos o en kiosco de la escuela”. E indican que a pesar de que el teléfono es un elemento comprado por los propios padres y por lo tanto legitimado desde la familia, las escuelas, dependiendo de su normativa de funcionamiento y de la ideología que asumen con estos y otros temas, establecen una serie de pautas para su empleo.
Intramuros
La investigación, apoyándose en declaraciones de docentes entrevistados, alude a los casos en que, estando permitido el uso de celulares, los alumnos lo emplean para registrar en video hechos o acontecimientos en los que se han sentido agraviados, provocados o acusados. Posteriormente, ese material es llevado a la dirección de la escuela, como un testimonio “objetivo” de lo sucedido.
Más tarde menciona que, de acuerdo a los datos obtenidos, suele aparecer marcada la resistencia de los docentes a opinar favorablemente sobre el uso del celular en los alumnos. “Esto sucede, claramente, porque los profesores sienten de forma más directa que esta tecnología interfiere en los espacios que ellos comparten con los estudiantes. 'Invasión' denominan a los sonidos de los ring tones en medio de una clase o de los sonidos breves y agudos de la alarma de los mensajes de texto”.
En tanto, desde la perspectiva estudiantil no se percibe esa especie de “abstinencia comunicativa” y los alumnos declaran utilizar sus celulares a escondidas, en los recreos y en el baño. Ocurre que, a juicio de los autores, el uso de los celulares, constituye para el joven una posibilidad autónoma de vencer las fronteras del muro de la escuela para continuar no sólo conectado con sus amigos que están fuera, sino lograr, además establecer conversaciones, comentar y señalar cuestiones sobre un escenario compartido entre compañeros de la misma clase.
“Estas redes 'silenciosas' pero intensas y de presencia permanente, son las que directivos y profesores intentan detectar para evitar distracciones y desorganización en la clase. La mayoría de los docentes, como advertimos, son conscientes de que no logran evitar totalmente el uso de los teléfonos, pero sienten que, por lo menos, evitan su uso durante el dictado de las clases”, expresan Assad y Pascual.
*Este estudio, realizado en la Universidad Nacional de Río Cuarto (Argentina), fue presentado en el XI Congreso Latinoamericano de Investigadores de Comunicación (ALAIC), realizado en Montevideo en mayo de 2012.
ARTICUO SACADO DE PORTAL URUGUAY EDUCA.
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